14 de octubre de 2011

Lo que ha unido el banco, que no lo separe Ikea

Esto de comprarse un piso debe parecerse mucho a lo de tener niños: sólo te cuentan la parte bonita de ser papás, lo de las noches sin dormir, las complicaciones del embarazo/parto, las preocupaciones de por vida, etc. se las guardan en el tintero (en plan conspiración judeo-masónica) para que la especie humana no se extinga...

Pues con los pisos yo creo que es algo por el estilo, porque piensas en lo bonito que será amueblarlo, decorarlo, ponerlo a tu gusto... Sí, sí, precioso... Hasta que te pones a ello!

He de decir en su defensa que mi pareja de lecho es la tranquilidad personificada, tiene una forma de tomarse las cosas que me asombra y una capacidad de mantener la calma que ya la quisiera yo para mí. Servidora, por el contrario, tiene un pronto que sale a la luz a la mínima, con demasiado carácter la mayoría de las veces aunque también es cierto que a los dos minutos se me ha pasado.

La cosa es que hemos pasado horas y horas montando y desmontando (sí, sí, también desmontando) muebles y demás enseres del hogar, y esto acaba siendo de locos.

Para la cómoda del dormitorio estuvimos tres horas, y no te creas que es porque seamos torpes, para nada, es que se tarda eso! Es más, cuando nos dispusimos a montar la cómoda del dormitorio ya habíamos montado antes las mesillas y las cómodas del vestidor, así que teníamos poco menos que un Máster del Universo en montar cajones de Ikea...

Para el tema cortinas nos echaron una mano mis padres. Gracias, por ayudarnos con cortinas, barras y toda la parafernalia y evitarnos otro mogollón de momentos tensos. Y gracias por regalarnos la taladradora! Cualquier hogar que se precie, no puede llamarse hogar hasta que no tenga una taladradora jejeje.

Total, que entre clavos, martillo, llaves allen, tacos, taladradora, tornillos, tuercas, tableros, tiradores, etc. (de nombres indescifrables todos los provenientes de Ikea) acaban surgiendo roces inevitables. El cansancio tampoco ayuda demasiado en esos momentos, y nuestro agotamiento no era sólo físico, también era mental, y estábamos especialmente irascibles...

Al final lo mejor es volver a la sana costumbre que adoptamos en nuestra primera etapa de la república independiente de nuestra casa: tomárselo con calma, abrir una cerveza para cada participante, tabaco y cenicero para los que fumen (en aquella época todavía le dábamos al vicio... ains... nostalgia...) y mucho mucho humor!

Como le digo a mi pareja de lecho: "Cari, esto de amueblar/decorar/redecorar es una carrera de fondo, no al sprint. Tenemos que tomárnoslo con calma y sosiego." Y me mira con cara de circunstancia, frunciendo el ceño a la vez que sube una ceja mientras sus ojos dicen "eso de la calma y el sosiego no te lo crees ni tú"

Lo dicho: lo que ha unido el banco, que no lo separe Ikea

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