5 de julio de 2011

Vacaciones en Croacia: Día 2, visitando la isla Mljet y Dubrovnik

Lunes 6 de junio de 2011, visitamos Mljet y Dubrovnik

Nos levantamos, nos pegamos un duchazo y salimos danzando para la calle. Escaleras p’arriba por una Dubrovnik silenciosa y vacía, algo que contrastaba bastante con la noche anterior, para salir de la muralla que rodea el casco antiguo.

Hago un inciso para comentaros que la noche anterior nos percatamos de que en la calle paralela a la de nuestro alojamiento se encontraban los únicos 3 bares de copas que vimos por la zona. Eso conlleva una cantidad de ruido y movimiento considerable, pero también he de alcarar que Diana tiene la casa muy bien acondicionada con doble acristalamiento para el ruido y unos fantásticos equipos de aire acondicionado para no pasar calor por la noche y descansar a la perfección.

Salimos del casco antiguo, recogimos nuestros coche y nos dirigimos a la parte más nueva de Dubrovnik (Lapad) en busca del barquito que nos llevara hasta la isla Mljet. El coche lo dejamos aparcado en uno de los parkings que se encuentran a lo largo del puerto, a 8 kunas la hora.

En Internet se pueden encontrar los horarios y precios del Catamarán Melita que es el que nos llevó hasta Polače. Los billetes se compran media hora antes de embarcar en una caseta que tienen a tal efecto en el mismo puerto.

Llegamos a la población de Polače. Compramos unos víveres en el supermercado para la comida y terminar de completar el desayuno. Alquilamos unas bicis por 70 kunas el día cada una de ellas para visitar el Parque Nacional de Mljet y nos pusimos en marcha.

La entrada al Parque Nacional cuesta, si no recuerdo mal, 90 kunas por persona e incluye el transporte en bus hasta la parte superior del parque donde se encuentran los lagos y el viaje en barco para cruzar a la isla. La subida hacia los lagos tiene un tramo que para quien no está en forma, como es el caso de servidora, se puede hacer duro, pero nada que bajarse de la bici e ir andando no solucione.

Cuando llegamos a la zona de los lagos, pegamos un paseo con la bici alrededor del mayor, nos pegamos un baño en un “ensanche” que encontramos en la orilla donde poder dejar la bicis mientras nos refrescábamos.

Volvimos al punto desde donde sale el barco para visitar la isla en medio del lago. Una horita dando un paseo por allí y de vuelta a por las bicis.

Camino de vuelta hacia Polače hay otro repecho complicado, pero nada que sea insalvable. Llegamos al puerto, nos hicimos unos bocadillos con los víveres que habíamos comprado segun llegamos y después de comer paseamos en bici en dirección contraria al parque natural por la (única) carretera en busca de alguna playa cercana (nos habían indicado que a unos 3 km había una).

Nos quedamos con las ganas porque cuando llevábamos la mitad del recorrido más o menos vimos una fantástica señal que nos avisaba de la proximidad de una subida con un 7% de desnivel y con las mismas nos dimos la vuelta, que no nos habíamos ido de vacaciones para sufrir...

De regreso otra vez al puerto de Polače y a pegarse un remojón de nuevo. ¿En el puerto? Sí, en el puerto. Es algo de lo que nos maravilló de Croacia, incluso en los puertos el agua está cristalina!

Llegamos de vuelta a Dubrovnik a eso de las 7 de la tarde, lo que nos permitió pegarnos un paseo por el casco antiguo con luz. El casco antiguo es chiquitito, la calle principal (Stradum) tiene 300 metros de longitud, así que en un rato (si no quieres entrar a las iglesias y demás monumentos) puedes haber hecho un recorrido por los sitios más pintorescos. Eso sí, el paseo por la muralla lo dejamos para el día siguiente, que ése por sí solo ya son un par de horitas.

Aunque la mayor parte del casco antiguo de Dubrovnik está restaurado, tras los bombardeos sufridos en 1991 y 1992, aún quedan marcas de metralla en algunas fachadas de algunos edificios (como por ejemplo en la columna de entrada en la iglesia jesuíta de San Ignacio). Existe un cartel en la entrada por la parte superior de la muralla en la que vienen indicados los impactos y daños provocados por los proyectiles en todo el casco antiguo.

Después del paseito nos tomamos unas cervezas en un sitio con unas vistas brutales. Son dos “locales” (de nombre Buzza) que se encuentran en la parte exterior de la murralla, de cara al mar. Son dos terrazas montadas sobre bloques de hormigón de cara al mar con unas vistas increibles.

Para concluir la jornada, cenamos en Kamenice (también recomendación de Lonely Planet)  donde cenamos un pescado estupendo y fresco a muy buen precio... Los mejillones exquisitos!!! Y una ración (muy) considerable! Es más, en España yo creo que con esa cantidad hubieran sacado como poco dos raciones...

Y con esto y un fantástico helado de postre... hasta el día siguiente a las ocho!

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